segunda-feira, 10 de novembro de 2025

EL ÚLTIMO SIGLO Y LA SITUACIÓN ACTUAL DEL MOVIMIENTO COMUNISTA 

En poco más de un año se cumple el 100 aniversario de la Revolución de Octubre. En octubre o en noviembre de 2017, según qué calendario sigamos, y esa misma ambigüedad en las fechas siempre es un buen recordatorio de que la primera revolución socialista exitosa de la historia arrancó como una estrella fugaz desde el feudalismo moribundo en Rusia. No mucho después, apenas entrado 1918, Lenin bailaba en la Plaza Roja de Moscú celebrando que la República Soviética había sobrevivido un día más que la Comuna de París. En 1924 sería cubierto en su funeral con una bandera roja reliquia de esa misma Comuna, o al menos eso dice la leyenda. Desde ese entierro hasta nuestros días transcurre un siglo tan complicado como tergiversado. Como siempre la historia la escriben los vencedores. En cualquier caso no debemos vivir en la nostalgia o el simbolismo. Es simplemente un hecho que la Revolución de Octubre, como culminación asombrosa de la Primera Guerra Mundial, es el verdadero punto de partida del siglo XX. Igual que es un hecho el que el derrumbe de todo el «socialismo real», también celebrado ampliamente aunque por motivos muy diferentes, supone en cierta manera su cierre. A algunos comunistas, los más jovenes, les ha tocado sentir esa historia como una especie de recuerdo alucinado; una caída desde tan alto parece desafiar lo razonable, resistirse al análisis. Otras, las más mayores, puede que lo vivan con el desapego (no se sabe si sabio o cínico) que puede dar el pasar por una experiencia de ese estilo. Lo único innegable es que a todos y a todas nos ha tocado vivir en una realidad en la que partimos de ese legado. Con ese material es con el que tenemos que reconstruir el proyecto revolucionario. Nuestra situación es el resultado aparente de la victoria completa del proyecto histórico de la burguesía. Controlan todo el mundo. No sólo con una fuerza militar sin igual en la historia de la humanidad, sino sobre todo por el dominio absoluto del modo de producción capitalista a nivel planetario. No es que no puedan surgir tensiones antagónicas extremas entre diferentes grupos capitalistas, todo lo contrario, simplemente a día de hoy no existe la confrontación política real de un proyecto alternativo. Los Estados autodenominados socialistas no existen o han sido reabsorbidos completamente en la lógica de la acumulación de capital. Hoy una crisis financiera en Shanghai es tan grave como una en Nueva York. Los Partidos Comunistas tradicionales, los de las 21 condiciones, hace tiempo que se disolvieron. O formalmente, quizás por conservar un mínimo de dignidad, o transformándose en partidos socialdemócratas que forzarían hasta al viejo Bernstein a escribir algún panfleto de protesta del estilo «Reacción o Reforma». Y sin embargo alguien que decida dedicar sus esfuerzos a la transformación de este mundo parte con una gran ventaja. Tiene a sus espaldas un siglo de luchas que movilizaron a miles de millones de personas. Docenas de revoluciones realizadas en situaciones con tantas diferencias como similitudes. Un océano de experiencias que forjaron en la práctica el marxismo como aspecto teórico indivisible de esa actividad. ¿En qué sentido puede alguien que se embarque en la crítica de todo lo existente partir desde el comunismo? La elaboración completa del concepto de marxsimo no es algo que se pueda abordar en un único texto. No es ni siquiera algo que pueda abordar una única persona o un colectivo. El concepto de marxsimo como producción histórica de la actividad revolucionaria (actividad, teoría y práctica, releamos 12 L Í N E A R O J A las Tesis sobre Feuerbach todas las veces que nos haga falta) siempre se peleará en esa contradicción entre ser a la vez proceso y punto de llegada que se aleja indefinidamente. Base firme y a la vez completamente dinámica. Método de análisis que a la vez debe analizarse a sí mismo. Sobre todo a sí mismo. Sólo podemos aportar aquí unos pocos elementos, pero quizás unos tan básicos y que se han comprobado de manera tan reiterada que puedan servir de punto de partida a la vez que son el punto de llegada de toda la actividad que nos precede. Antes de nada debemos empezar por defender la vigencia de la crítica de la economía política marxista. Ya en vida de Marx la economía burguesa había decidido suicidarse como ciencia, haciendo que el propio Marx prestase más atención a ciertos autores que le habían precedido que a sus contemporáneos, siendo plenamente consciente de las razones políticas que había para ello. En un siglo las cosas no han mejorado. Más allá de esperpentos propios de una etapa de profunda decadencia como puedan serlo los «liberales» contemporáneos la realidad es que la síntesis neoclásica dominante es en esencia un golem positivista con los pies de barro. Fracasa miserablemente en la práctica al no ser capaz de preveer o explicar cuestiones tan centrales como las crisis económicas. Fracasa miserablemente en la teoría cuando un número cada vez mayor de economistas ponen en cuestión sus más que cuestionables supuestos teóricos. El «homo economicus», sujeto inencontrable entre los seres humanos reales, se zarandea en un sistema que apenas se sostiene ante el peso de sus propias incoherencias. Cuando llegan las crisis, una y o otra vez, los economistas se ven obligados a declarar cosas como que habían sido capaces de preveer todos los factores menos «el riesgo sistémico». Marx quizás tenga una cosa o dos que decir sobre el riesgo sistémico. En efecto otro siglo más de desarrollo capitalista deja pocas dudas sobre ciertas cuestiones. La lógica del capital por sí misma y el desarrollo de las fuerzas productivas por sí mismas no eliminan las contradicciones internas del capitalismo. Todo lo contrario. Las crisis son cada vez más violentas y brutales. Incrementos en la productividad del doble, triple, diez veces, cien veces, no llevan a la erradicación del hambre, el trabajo, la mi seria. Hacen falta guerras mundiales devastadoras que arrasan medio planeta para que el capitalismo entre en fases de crecimiento sin grandes altibajos, e incluso entonces esas mismas ganancias estatosféricas de productividad hacen que se vuelva a las crisis mundiales en apenas 15 o 20 años. Cualquier ganancia real en el nivel de vida de la gran mayoría sólo es producto de la lucha de clases; todas esas ganancias son susceptibles de evaporarse a no ser que se defiendan con uñas y dientes en los momentos críticos. Ésta es la marca de nuestro tiempo. No hace falta leer a Marx para saberlo, hay que salir a la calle. Pero Marx tenía razón, y no sus críticos: el modo de producción capitalista es rehén de sus contradicciones internas que no son superables por ninguna extensión o intensificación de sus fundamentos. La segunda lección fundamental del siglo pasado es que el capitalismo no se desarrolla de manera uniforme en lo geográfico. En contra de algunas especulaciones tempranas de nuestros clásicos la realidad es que el modo de articulación histórico del modo de producción capitalista es profundamente asimétrico. El capitalismo más «avanzado» no tiene un papel «civilizador» en los países más «atrasados». Éstos no ven en sus colonizadores un reflejo de su futuro. Lo que comienza como un «desarrollo del subdesarrollo» en la época colonial, en la frase genial de Gunder Frank, se fosiliza en la época neocolonial como una relación de dependencia centro-periferia. Pero no de dependencia porque los países de la periferia dependan de los centros imperialistas, sino todo lo contrario. La imposición del capitalismo a nivel mundial y la forma de vida imperialista dependen literalmente de la extracción constante de plusvalor de miles de millones de proletarios y proletarias que casi 150 años después viven en condiciones trágicamente similares a las de la revolución industrial que Marx tanto estudió. Esta verdadera escisión mundial genera una escisión en el soc ial i smo. Genera una tendenc ia casipatológica, pero terriblemente racional, por el reformismo y la socialdemocracia en las metrópolis, pues es allí donde existe una posibilidad más real de un reparto generalizado de una fracción de las inmensas ganancias globales. Genera a su vez las condiciones que en el siglo XX han supuesto que todas y cada una de las revoluciones socialistas exitosas hayan ocurrido en países aplastados y atravesados por los intereses de las potencias imperialistas. Todas sin excepción. Como decía Marx nuestra ciencia no sabe de leyes rígidas, pero sí de tendencias, y aquí hay una inescapable. Se puede olvidar esta realidad abrumadora si se aspira a mantener el imperialismo como sistema. O se puede tener la desmemoria del que sin sentirse capaz de cambiar nada aspira a poder dormir por las noches. Pero para los y las marxistas la comprensión e L Í N E A R O J A 13 incorporación de esta realidad a nuestra práctica política sigue siendo a día de hoy «el problema fundamental del socialismo contemporáneo», como ya dijo Lenin en uno de sus textos más tristemente relevantes hoy en día. La tercera y última lección fundamental es la de la centralidad de la organización propia del proletariado en un partido revolucionario, el Partido Comunista. Lo vimos en las guerras de liberación nacional, donde durante unas breves décadas el socialismo científico dio un golpe detrás de otro al imperialismo hasta llegar a reclamar gran parte del planeta para la causa revolucionaria. La burguesía jamás ha sentido tanto pánico como en esos tiempos, y no es casual que incluso hoy en día el nombre de comunista siga siendo un signo de enemigo de lo establecido. Pero también lo vimos en los centros imperiales, donde la única resistencia realmente consecuente y decidida contra el capitalismo (y los intentos revolucionarios que más lejos han llegado) han venido de la mano de la fusión consciente entre la unidad de acción y la democracia partidaria guiada por una teoría revolucionaria científica. Todos los intentos hasta el día de hoy de superar esta forma de hacer han acabado o en la impotencia espontaneista de la tiranía de la falta de estructura o en la reintegración fulminante en la política electoral y reformista que es propia de las democracias liberales. Un proletariado sin su Partido no pasa de ser alguien condenado a presenciar un juego en el que no puede participar pero del que sí puede sufrir sus consecuencias. Una especie de Monopoly maldito en el que no se puede aspirar a más que a pagar las multas de los demás jugadores. La primera tarea ineludible en una situacion así será evidentemente reclamar representación propia, entrar en la historia como clase. La burguesía se representa con los partidos electorales que buscan reformar el sistema, o con el partido único fascista en las crisis más extremas. El proletariado se representa con el Partido Comunista que busca la superación revolucionaria de lo establecido. Juegan en el mismo tablero, pero no con las mismas fichas. Decíamos al principio que es difícil ir más allá de unas pinceladas generales en un único texto. Aún asícreemos que lo tres pilares que hemos discutido, si se asumen honestamente, suponen un punto de partida sólido. Queda todavía lo que siempre ha sido el corazón de la práctica marxista, que es el análisis concreto de la situación que nos ha tocado vivir. Aquí de nuevo apelamos al carácter colectivo de la tarea, y no podemos más que proponer tres líneas de fuga entrelazadas que marquen nuestros pasos iniciales. Lo primero es defender la indisolubilidad de la actividad revolucionaria como centro de nuestra tarea. Es fácil decir que no se cae en el seguidismo espontaneista de los acontecimientos (práctica sin teoría), ni en el repliegue de una teoría que sólo resuelve problemas teóricos creyendo transformar la realidad (la teoría sin práctica). Que éstas son vías muertas lo demuestra su falta absoluta de resultados positivos a nivel histórico. Es más complicado encontrar la manera de avanzar en la práctica revolucionaria en el corazón de un país imperialista, y la historia sobre la que antes hemos pasado de puntillas lo demuestra. Sin embargo aquí otra vez contamos con un siglo de perspectiva, que al m e n o s n o s d e b e rí a l l eva r a l s i g u i e n te posicionamiento: todo proceso revolucionario exitoso se basa en la creación de unas estructuras de poder alternativo que a la vez que confrontan abiertamente a las estructuras dominantes p e r m it e n p o r s u n a t u r a l e z a s u p ro p i a reproducibilidad y generalización, llevando a un incremento constante del nivel de antagonismo. Los soviets en la Revolución de Octubre, las bases rojas en la Revolución China, incluso las experiencias menos contundentes en los barrios o zonas liberadas en Oakland, Nápoles o el cinturón rojo Naxalita en la India son pruebas de ello. Es necesario desarrollar la creación de estos gérmenes de lo nuevo dentro de lo viejo en el aquí y ahora. No como un escapismo de huerto ecológico perfectamente articulado con la sociedad burguesa, sino como verdaderas puntas de lanza de un proyecto revolucionario. Deben organizar a las capas más oprimidas en nuestras ciudades y pueblos, a aquellas que ya han perdido mucho y cuyos problemas no pueden ser resueltos por el sistema. A los que van a ser dejados de lado, a las migrantes, a la juventud sin ninguna expectativa que ya sabe que va a vivir mucho peor que sus padres, al proletariado que no para de aumentar encadenando trabajos de miseria y precariedad (¡es proletariado, no «precariado»!), y a todas aquellas que decidan unir su destino a esta causa. L Í N E A R O J A 14 Sin embargo partimos de una situación de completo deshaucio en lo teórico. El marxismo lleva enterrado en vida mucho tiempo, y la disolución completa de las organizaciones revolucionarias ha conseguido que una generación completa de comunistas llegue a esta lucha sin poder recibir el testigo de sus mayores. Algunos han resistido la travesía en el desierto, y su contribución es impagable, pero en muchos sentidos debemos comenzar otra vez desde el principio y absorber todo nuestro pasado sin poder apelar a ninguna institución ya establecida. Sin la teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria, y donde otros citan cuatro párrafos del peor libro de Lenin para justificar su mediocridad otros y otras debemos tomarnos el marxismo diez veces más en serio para poder romper este impasse. Hace falta una formación estructurada, metódica y ambiciosa. Que aspire a confrontar al marxismo académico en su torre de marfil pagada con los presupuestos del Estado, pero que también confronte el lamentable desprecio que comunistas honestos dirigen a su propia historia. Ya basta de usos maniqueos y simplones, de sustituir la razón por la cita, de la dialéctica como receta muerta o como escondite de nuestra incapacidad. Tenemos que recuperar el espíritu que una vez creyó ver en su actividad el rescate de todo lo que había de luminoso en 25 siglos de pensamiento que no son más que la cristalización de 25 siglos de actividad humana. Es nuestra historia mucho más que la suya, por mucho que hagan todo lo posible para que no la aprendamos. Algunos cuadros del Partido Comunista de la Unión Soviética leían a Hegel en las trincheras del frente oriental mientras se preparaban para barrer al fascismo de la faz de la tierra, y es a esa síntesis de la teoría y la práctica más elevadas y audaces, a esa actividad, a la que tenemos que aspirar. Ya por último, es fundamental poner todo de nuestra parte por la unidad comunista y la reconstrucción de nuestro Partido. Somos conscientes de que a día de hoy es poca la gente a lo que nos dirigimos. Poca la gente que leerá este texto, o la que pueda compartir todos o la mayoría de sus principios. Y sin embargo si damos por buenas las bases del marxismo que hemos perfilado es ésa la gente con la que debemos hacer organización revolucionaria y no el resto, al menos no por ahora. Debemos encontrarnos en la actividad revolucionaria, y luchar ahí políticamente para acercar nuestras posturas. Un paso en ese terreno vale más que mil horas de debate abstracto, ya que un debate cuyo resultado no fuerce a sus partes a tomar posicionamientos políticos normalmente no pasará de ser una disquisición escolástica. Es fundamental la claridad teórica, la precisión en lo político, pero tampoco podemos olvidar que una parte importante de nuestra separación sólo obedece a lo coyuntural. La inevitable separación geográfica de un movimiento todavía pequeño. El peso enorme de lo personal, las dinámicas sociales. Hay que luchar contra esos lastres y tender lazos con el resto de comunistas que avancen en nuestra dirección. Crear espacios para el encuentro entre comunistas, o participar donde ya los haya. Crear ese germen de lo nuevo donde luchemos contra todo lo viejo (la opresión de clase, de género, de raza, etc.) y en esa lucha nos encontremos y literalmente nos reconstruyamos. Los comunistas que no militen deben militar. No en la organización ideal que se amolde a todos sus deseos, sino en la organización real en la que puedan avanzar políticamente. Las comunistas que ya militen deben comprender que sus siglas son un vehículo, y que deben aspirar a que queden obsoletas lo antes posible. No existe ninguna organización en el Estado que sea ya el referente comunista de nuestra clase, y por lo tanto es inevitable que todas las existentes vayan a ser sólo momentos a superar en la creación de nuestro Partido. Vivimos una situación urgente. Unos se dedican a reanimar al cadáver de la socialdemocracia en un mundo que no puede aceptarlo, como un monstruo de Frankenstein. Otros rearticulan el proyecto chovinista y racista que es siempre la oruga de la mariposa fascista. Los signos son evidentes. Ya hemos vivido esta dialéctica una vez. Sabemos a dónde lleva. Necesitamos poder participar en ese proceso político, y ahora no podemos hacerlo plenamente. Un análisis y un plan como éste, en la medida en la que puedan apuntar a algo cierto, no son más que el primer paso. Quizás preferiríamos no ser conscientes de nuestra responsabilidad, quizás seamos comunistas a nuestro pesar, pero es lo que somos. ¡Pongámonos en marcha! Iniciativ 

sábado, 11 de outubro de 2025

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Nobel da Paz a Maria Corina: O Apito de Cachorro do Capitalismo
A atribuição do Prêmio Nobel da Paz a Maria Corina Machado não é, antes de tudo, um reconhecimento a feitos pacíficos.
É um gesto geopolítico de alta voltagem, um "apito de cachorro" audível para quem compreende as linguagens do poder global.
Longe de celebrar a paz, o prêmio a instrumentaliza, transformando-a em um arsenal de guerra híbrida contra Estados soberanos que desafiam a hegemonia ocidental.
A farsa reside no próprio contraste.
Enquanto a Venezuela, sob o mesmo modelo de sanções econômicas que Maria Corina defende publicamente, vê seu povo passar fome e falta de medicamentos, premeia-se uma figura política cujo projeto está alinhado com os arquitetos desse cerco asfixiante.
O Comitê do Nobel, com essa escolha, não honra a memória de Martin Luther King ou Nelson Mandela; alinha-se à seletividade do Tribunal Penal Internacional, que só morde os "descalços", como bem lembrou Eduardo Galeano.
É a paz dos vencedores, a paz do capital que dita quem deve ser canonizado e quem deve ser bombardeado.
Maria Corina não é uma ativista pelos direitos humanos em sentido universal. É uma peça no tabuleiro do Grande Jogo pela dominação dos recursos.
Sua luta não é pela paz na Venezuela, mas pela "paz" do capital: a pacificação de um território rico e estrategicamente vital, submetendo-o de volta à órbita de influência que o Chavismo rompeu.
Seu Nobel é o prêmio de consolação que o Ocidente concede a seus aliados nativos quando a vitória não vem pelas urnas ou por meios convencionais.
O "apito de cachorro" soa claro para seus destinatários: é uma mensagem de incentivo à oposição interna e um sinal para o mundo de que a campanha de desestabilização contra a Venezuela continua com o mais alto patrocínio.
É a cobertura "humanitária" para uma agenda de mudança de regime.
A linguagem da paz é usada para promover a guerra econômica e a ingerência, tal como fizeram no passado com figuras que, após receberem honrarias semelhantes, presidiram sobre nações arrasadas.
Este prêmio corrompe o significado da paz.
Ele a reduz a um instrumento de soft power, uma arma para legitimar a desestabilização de governos não alinhados.
Ao celebrar Maria Corina, o Comitê do Nobel não está promovendo a concórdia entre os venezuelanos; está tomando partido em um conflito político complexo, alimentando a divisão e legitimando uma oposição que não conseguiu, até agora, derrotar o seu adversário no campo democrático.
A verdadeira paz, aquela que brota da soberania, da autodeterminação e da justiça social, não será encontrada em estrelas douradas concedidas em Oslo. É e será construída pelo povo venezuelano, longe dos holofotes internacionais e dos apitos de cachorro do capital.
Este Nobel não é um farol de esperança; é o reflexo dourado de uma nova cortina de ferro, que separa os eleitos do capital daqueles condenados a resistir sob o peso dos seus bloqueios e do seu moralismo seletivo.
Autor: Camillo Júnior - Jurista, pesquisador em Direito Internacional Humanitário
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domingo, 5 de outubro de 2025

The Manchester synagogue attack serves the forces of division

This attack comes at a time when the ruling class is working hard to create and deepen ethnic and religious antagonisms between workers at home and abroad.



 Trigger-happy police on our streets is one more repressive move by the state we can expect to see being justified by the ‘threat of islamic terrorism’ – a threat that the British imperialists themselves have created, and now use as a pretext for cracking down on all domestic dissent.

The CPGB-ML condemns the murder of worshippers at the Manchester synagogue on Yom Kippur (Thursday 2 October), just as we condemn the genocide being committed by the zionist government of Israel with the full complicity of the imperialist governments of the USA and Britain.

Even if many of the worshippers at the synagogue may be supporters of the actions of the Israeli state, this in no way justifies their being targeted merely because they are jews. It is disgraceful that zionist Israel targets innocent and defenceless Palestinians, but targeting defenceless jews is equally reprehensible.

Such attacks do nothing to stop the genocide and only reinforce the misleading narrative that the conflict in the middle east is essentially religious in character, when it is actually the product of a century and more of imperialist machinations.

We note that before the British and French arrived and started interfering in the middle east, jews, christians and muslims had lived side by side for centuries in tolerance and brotherhood. Indeed, Iran remains home to the largest jewish community outside Israel in the region – a community whose rights and freedoms are zealously preserved and protected.

The jewish families whose loved ones have been killed or injured in the murderous attack in Manchester will now be experiencing the same grief that is suffered by the countless families in Gaza who have lost loved ones through endless unjust massacres. We urge them not to allow their anger to be turned on Palestinians, Arabs or muslims, but to join it to the hatred felt by the global majority for all injustice, oppression and inhumanity.

We note that the locally-raised ‘Syrian’ responsible for this attack may well be one of many British muslims who have been groomed by British and Saudi-sponsored wahabbist mosques. These institutions have been set up all over the world in order to create mercenary armies for the west’s dirty war to destroy the Syrian Arab Republic – one more genocidal campaign that was carried out in pursuit of the domination and control of middle-eastern oil.

And we note further that one of the two murdered worshippers and one of the three wounded were shot not by the attacker but by the Manchester police – who were the only ones wielding firearms, and who managed to get to the scene within an incredible seven minutes of the incident being reported.

Indeed, it seems trigger-happy police on our streets is one more repressive move by the state we can expect to see being justified by the ‘threat of islamic terrorism’ – a threat that the British imperialists themselves have created, and now use as a pretext for cracking down on all domestic dissent.

We do not yet know if any links existed between the ‘Syrian’ assailant and the British state – as they existed between the Libyan terrorists who bombed the Ariana Grande concert in Manchester and their MI6 handlers and protectors.

What we do know is that this attack comes at a time when the ruling class is working hard to create divisions between workers at home and abroad; at a time when it needs a propaganda narrative that justifies its increasingly unpopular warmongering and genocide abroad by persuading jews, christians, muslims, hindus etc to view one another as irreconcilable enemies.

Our so-called ‘Labour’ government and the entire gamut of the corporate media, just as much as Elon MuskTommy Robinson and Nigel Farage’s Reform, have been relentless in their promotion of divisive anti-migrant and islamophobic rhetoric. They are doing the dirty work of our ruling class, trying to keep the working people divided and trying to win at least some support amongst the masses for the serial aggressions of the US/UK/Nato/zionist war machine.

Just as workers across Europe are rising to protest against the Israeli hijacking of the humanitarian Sumud Flotilla in international waters; just as workers are feeling that they have had enough of sitting as impotent spectators to the Gaza genocide … now we have a new upsurge in propaganda aimed at dehumanising the peoples of the middle east in our eyes.

This circus of media distraction wants us to take our eyes off Gaza. It is trying to persuade us that the imperialists’ relentless and criminal war drive – from Afghanistan and Iraq to Syria and Yemen, with ethnic cleansing in Lebanon and Palestine as a constant backdrop to the whole – has all been justified because there is something inherently ‘uncivilised’ about ‘the muslims’.

Workers must reject this heinous propaganda campaign in its totality. British imperialism is in every respect responsible for all the horrific violence and sectarian division we are witnessing today, both at home and across the globe. It is a sign of the decay and decline of the British imperialist system that it is increasingly turning to fascistic measures of provocation, pogroms and repression to try to maintain social control over its own dissatisfied population.

The only way to counter and prevent such crimes as the Manchester synagogue attack is to fight racism, division and inequality in all its forms – and to organise with all our strength to stop the imperial war machine in its tracks.

We mourn with the families of all those who have lost loved ones to the forces of sectarian violence. And we reassert our deep solidarity with the Palestinian people, who have suffered a staggering 400,000-600,000 deaths in the last two years alone as the criminal zionist regime continues to carry out its horrific genocide with the full backing of our own government and ruling class.

A world of socialist equality and national harmony between workers will once and for all end this bloody spectacle. Therefore we must strive with all our might to move forward to achieve that world and to free humanity from the violence and exploitation of the present system – from poverty, inequality, racism and war.

At this time, we are reminded once again of the rallying cry of workers the world over:
Workers of the world unite. You have nothing to lose but your chains; you have a world to win!

quinta-feira, 25 de setembro de 2025

Genoa dockers call for Europe-wide non-cooperation with the genocide

This weekend, port worker delegations will meet with workers involved in the direct and/or indirect supply chain of transporting or producing war materials.

 







Dockworkers in the Italian port of Genoa have consistently led the way in obstructing the efforts of the Nato war machine. As well as stopping arms shipments to Israel they have also stopped shipments of munitions to Ukraine and to Saudi Arabia (for use in its genocidal war against Yemen). Their example is one that should be followed by workers everywhere.

The following documents were sent to our party by dockworkers in Genoa, Italy.

These workers, who have been collecting and shipping aid to Gaza, have vowed to block Europe if the international Sumud Flotilla, which is currently making its way to Gaza across the Mediterranean sea, faces attacks or intimidation from Israeli forces. After the first small attempt (in 2008) was successful, all other attempts to break the siege by sea have been met with Israeli force, at times deadly, in international waters.

On 31 August, speaking to an audience of 40,000, a spokesperson from the Autonomous Collective of Dockworkers promised an unprecedented response if the Israelis assault the latest flotilla.

“If we lose contact with our boats, even for twenty minutes,” he said, “we will block all of Europe. From the Port of Genoa, nothing will leave anymore.” (Palestine Chronicle, 31 August 2025)

The unionists report that more than 13,000 containers leave the port of Genoa for Israel every year.

These same workers are now calling on workers all over Europe to join then in defending the flotilla and in creating a movement of non-cooperation, whereby all workers organise themselves and refuse en masse to ship arms and other military equipment destined for the genocidal state of Israel.

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20 September 2025

To all dockers

LET’S DEFEND THE SUMUD FLOTILLA, STOP THE GENOCIDE IN GAZA, STOP REARMAMENT AND THE WAR ECONOMY

We dockers have a long tradition of solidarity among workers, internationalism, and opposition to every war of aggression and oppression: the time to assert this tradition is here and now!

We are on the right side of history: being aware of this helps us to make choices and face difficulties, repression and risks. And we must make history: for the liberation of the Palestinian people and other peoples oppressed by imperialism, for our future and that of other workers, our children and grandchildren.

LET’S MOBILISE AND MOBILISE to participate in the strike on 22 September, in demonstrations, pickets and blockades: every initiative of denunciation, protest and struggle is right, important and legitimate.

The Meloni government has widely demonstrated that it is complicit with the zionist state of Israel and its crimes against the Palestinian people. Only with a broad and determined popular movement can we stop the genocide in Gaza and the expansion of this war into which the Meloni government and the leaders of world imperialism are dragging us.

Only with a broad and determined mobilisation from below can we put an end to the devastation of the environment, the dismantling of healthcare, education and other public services, deindustrialisation, and the misery into which the government itself is plunging us deeper every day.

LET’S ORGANIZE IN EVERY PORT. Every port workers’ committee that is formed provides new eyes and new arms to identify and denounce arms shipments, to block them, to mobilise citizens to collaborate in the blockades, to call on local institutions to enforce Law 185/90 and to have it done by us if they do not. Let’s block our ports if the zionists attack the Sumud Flotilla! Let’s close our ports to this war of the imperialists!

Let’s organise and struggle: see you in the coming days, at the border crossings, in the squares and in the streets!

Autonomous Collective of Port Workers, Genoa
Autonomous Port Workers Group, Livorno
Autonomous Port Committee, Ravenna

European dockers’ meeting, Genoa, 26–27 September 2025

Dockers do not work for war!

For several months now, dockworkers across Europe have been doing what their governments and the European Union have been unwilling or afraid to do. They have refused to be complicit in wars and the genocide of the Palestinian people. They have also fought against the trafficking of arms to Israel and other war zones.

In Marseille, Genoa, Tangier and Athens, workers have organised strikes and protests to prevent the loading and unloading of containers containing arms, ammunition or military equipment.

In Genoa, where more than 50,000 people took to the streets to protest against the genocide in Palestine, showing their support for their dockers, and expressing their solidarity with the Sumud Flotilla, we have chosen to hold the second European dockworkers’ coordination meeting on 26 and 27 September.

The meeting between port delegations on the first day (26 September) aims to discuss and agree on an initial joint mobilisation initiative by European and Mediterranean ports on issues of peace and opposition to war.

On 27 September, port worker delegations will participate in a public meeting at 10.00am alongside workers involved in the direct and/or indirect supply chain of transporting or producing war materials. This meeting will continue the theme of striking against loading and unloading weapons and materials, as well as conscientious objection, both of which were launched by USB in this country.

We do not want to work for war!

segunda-feira, 15 de setembro de 2025

Quem precisa de ser fiscalizado não são os que designa por subsidiodependentes ou seja os mais pobres e os trabalhadores, mas a continha do Ventura no banco ou nos Off-Shors

"Começar a fiscalizar e punir a sério aqueles que vivem de subsídios em Portugal, o que acham?" Diz o demagogo Ventura.

Claro que sim começando por André Ventura que recebe dez milhões de euros  do Estado, por ano em remunerações várias e subvenções para alimentar a sua turbe de sicários e de outros parasitas que por lá andam por conviniência.

 Que diga os nomes e  milhões de euros de fuga ao fisco com que subsídiam o seu partido e escondem em Off-Shors. 


https://www.facebook.com/watch/?v=1433678801527743

quinta-feira, 4 de setembro de 2025

It’s cold in Alaska – Zelensky’s invite gets lost in the post

Sooner or later, the USA will steer Ukraine into negotiating the terms of Kiev’s surrender – which are, in reality, the terms of Washington’s own defeat.

All Trump’s threats about deadlines and secondary sanctions evaporated like the morning dew after the summit, since when he has agreed with Russia that only a meaningful peace with security agreements will do.

The worst outcome that Ukrainian ‘president’ Volodymyr Zelensky and his camp followers in Britain, France, Germany and Poland have most feared in the latest talks aimed at ending the proxy war unfolding in Ukraine, the one scenario that has plagued this gentry in every waking moment and poisoned their dreams every night, has just happened. It is now official: US president Donald Trump and Russian president Vladimir Putin met in Alaska for talks, and Vlad Zelensky was emphatically not invited.

President Putin was able to negotiate with the organ grinder, not the monkey. And Zelensky’s greatest fear, that Trump might ‘make a deal’ behind his back, is being fully realised. As we go to press, Zelensky was on his way to the White House, perhaps having at last got it into his thick skull that the west is running short of weaponry and is no longer able to keep up with the demand for further billion-dollars-worth for incineration in Ukraine.

If so, he will be fully expecting to have to give up the territories that Russia has liberated in the Donbass, as well as Crimea, but may be hoping to sugar the pill by obtaining from the USA ‘security guarantees’ in return. These would be cheap at the price for the USA since Russia has no interest in continuing to wage war on Ukraine.

Narrative management troubles

Right from the beginning, the yarn we have always been spun (evil bully Russia gratuitously attacks harmless neighbour Ukraine) has presented the conflict as pitting Russia against Ukraine, with the role of the USA limited to that of helpful (if now a little irritated) bystander.

This propaganda line is designed to hide the real nature of the conflict, which is that US imperialism and its running dogs in the collective west are engaged in an aggressive war against Russia, using the Ukraine as a battering ram with which to attack Russia, opening up a bridgehead for further Nato expansion and clearing the way for the balkanisation of the Russian homeland.

In short, the essential adversaries in this conflict are not Ukraine versus Russia, but the USA versus Russia. It makes sense therefore that the peace talks should be between the USA and Russia, not Ukraine and Russia.

What makes it harder and harder to conceal the real nature of the war is the simple fact that Russia is visibly winning it. It never sought a war with Ukraine but was obliged to defend itself, which it has done magnificently. And now that the proxy forces face defeat after defeat and the stooges of the fascist junta in Kiev are falling out with each other fighting like rats in a sack, the collective west’s propaganda lies are in shreds.

President Trump doesn’t even bother to conceal his impatience with Zelensky, openly pressurising him to get on and “negotiate” the terms of Ukraine’s surrender so the USA can wash its hands of the whole affair (whilst keeping a weather eye on lucrative reconstruction contracts and privileged access to precious earth metals).

The announcement of the summit in Alaska, with the Russian and US presidents going head to head in a Zelensky-free zone, has broken the comforting diplomatic pattern of monthly talks in Istanbul between Russia and Ukraine, where all that really happened was that Russia reaffirmed its opposition to an unconditional ceasefire and Ukraine likewise restated its opposition to any conditions at all.

In short, Russia sensibly continued to decline any move towards giving the Kiev junta’s storm troops a breathing space to gather their wits, shore up their crumbling defences and pointlessly prolong a war that they cannot possibly win. Aside from some agreement on prisoner swaps, little if any progress was made.

July’s session in Istanbul sputtered to a close with a grandiose proposal from Ukraine for a four-way get together of Putin, Trump, Zelensky and Turkish president Recep Tayyip Erdogan, a quadrille that was only the most recent of Kiev’s sad diplomatic tricks aimed at bouncing Putin into a bilateral with Zelensky. Kiev has been angling for such a ‘presidential’ meeting for some time, but Moscow has made it clear that any such theatrics would be pointless unless preceded by meaningful talks at a (much) lower diplomatic level.

The shock announcement by Trump that he was to meet Putin on 15 August in Alaska to negotiate an end to the war in Ukraine cut through the preceding diplomatic fog.

According to Reuters: “Trump made the highly anticipated announcement on social media after he said that the parties, including Ukraine president Volodymyr Zelensky, were close to a ceasefire deal that could resolve the three-and-a-half-year conflict, one that could require Ukraine to surrender significant territory.

“Addressing reporters at the White House earlier on Friday, Trump suggested an agreement would involve some exchange of land. ‘There’ll be some swapping of territories to the betterment of both,’ the Republican president said.” (Ukraine will not cede land, Zelensky says, as Trump, Putin plan meeting by Andrea Shalal, Reuters, 9 August 2025)

This latter casual aside did not go unremarked by Zelensky, who claimed to be under oath not to violate the constitution on territorial issues (this is curious coming from a ‘president’ who violated the constitution by remaining in that post without electoral mandate). Zelensky took to Telegram to protest that any decisions without Ukraine would be decisions against peace, asserting: “They will not achieve anything. These are stillborn decisions. They are unworkable decisions.”

Be that as it may, Bloomberg has reported that US and Russian officials are indeed already working towards an agreement that would lock in Moscow’s occupation of territory seized during its military intervention.

This approach sounds a lot like middle east envoy Steve Witkoff’s proposal floated back in May, which included a full lifting of US economic sanctions on Russia, neutrality for Ukraine, and recognition of the territory Russia had already seized in return for a freezing of the conflict at the current frontline.

The fear of a deal being done behind the backs of the Kiev junta and its little helpers in Europe sent German chancellor Friedrich Merz into a tailspin, convening an emergency virtual meeting before the Alaska summit. British prime minister Sir Keir Starmer, French president Emmanuel Macron and Chancellor Merz will be buzzing around like blue-arsed flies, trying to avert the threat of a peace coming down the line that is not to their liking.

Zelensky shuffles the pack and does a U-turn on ‘fighting corruption’

In point of fact, in the absence of elections, Zelensky has no mandate to call himself the president of anything. He is null and void constitutionally, and is currently fighting for his political life as the liberation forces press on, shaking the ground under his feet.

Perhaps responding to US general Keith Kellogg’s recent visit to Kiev, and seeking to ingratiate himself with Washington, he has been hurriedly shuffling the pack. He has sacked the prime minister, Denys Shmyhal, instead choosing for his premier former economy minister Yulia Svyrydenko, whose main claim to fame appears to be her prowess in signing away her homeland’s rare earths and other natural resources to US monopoly capitalists, and setting up a reconstruction fund to make sure the juiciest contracts go to those who waged the proxy war in the first place.

If this frenetic exercise in switching key personnel had for purpose the bolstering up of Zelensky’s political base, it clearly has not done the trick – as evidenced by the farcical carry-on around his abortive attempt to clip the wings of two key agencies tasked with tackling corruption.

Fearing that the two agencies (the national anti-corruption bureau of Ukraine – Nabu – and the specialised prosecutorial office that pursued its cases – Sapu) were starting to take their role too seriously, sniffing around a little too close to his own own back yard, Zelensky flew into a blind panic.

According to the New York Times: “Recently, the agencies have been looking into people in Mr Zelensky’s circle. On 21 July, the country’s security services raided the agencies’ offices, saying they had been infiltrated by Russian intelligence. The security services also searched homes of investigators, accusing several of having ties to Russia.” (Facing outcry over corruption, Zelensky says he will reverse course by Andrew E Kramer, New York Times, 23 July 2025)

This blatant attempt to roll back the (supposed) autonomy of the twin agencies sparked a massive row, including some street demonstrations. Zelensky came out with a halfway reversal, pretending that the agencies’ autonomy would be respected but still whining that they needed to be “cleansed” of Russian influence.

“It was a fast about-face to a series of events that has brought Mr Zelensky some of the harshest criticism of his leadership since the start of the war with Russia.

“To his critics, the move to assert control over the agencies appeared to be an effort to shore up his grip on political power at a perilous moment for Ukraine as Russian troops continued to advance on the battlefield. Instead, the move touched off the first street protests against Mr Zelensky’s administration in more than three years of the full-scale war, breaking a wartime taboo on open political opposition.

“It also prompted a rebuke from allies and apparently caused divisions within his government, all worrying signs for Ukraine just as Mr Zelensky had smoothed relations with the Trump administration. After their creation, the two agencies became centre pieces of Ukrainians’ aspirations to rid their country of corruption and join the European Union. They were intended partly to safeguard foreign aid and were strongly backed by countries providing financial assistance to Ukraine and by the International Monetary Fund.” (Ibid)

Given that both Nabu and Sapu are both run straight from the US embassy, and are part of a network of NGOs whose primary role is to promote US policy objectives in Ukraine, the likelihood is that Zelensky’s cack-handed attempt to scare the investigators off has only succeeded in drawing attention to the growing divergence between the increasingly isolated Zelensky cabal and its colonial overlords.

Postscript

Right up to the summit in Anchorage, Trump was still issuing insolent deadlines for Russia to agree to an immediate ceasefire, accompanied by loud threats to impose secondary sanctions on purchases of Russian oil by India or China if it failed to comply.

But all these threats evaporated like the morning dew after the summit, with Trump now conceding that a peace deal with security agreements is what is needed, not a temporary ceasefire with no strings and no end to a pointlessly extended war that Kiev is never going to win.

When European leaders and Ukraine gathered in the White House to mull over the Anchorage summit, the talk was more about practical land swaps and mutual security agreements than it was about the constitutional sanctity of borders and ‘standing with Ukraine’.

Sooner or later, the USA will steer Zelensky (or his successor as whipping boy) into negotiating the terms of Kiev’s surrender – which are, in reality, the terms of Washington’s own abject surrender.

sábado, 17 de maio de 2025

 


A civilização socialista - um passo em direção à civilização humana do futuro

Civilização socialista-
um passo em direção à civilização humana
do futuro

Vladimir Terentyev

Parte 1Parte 2.

A tarefa histórica da modernidade consiste em eliminar as contradições do capitalismo através da sua destruição e em construir uma nova e mais elevada forma de relações sociais, que proporcionará espaço para o desenvolvimento subsequente das forças produtivas da sociedade no interesse de todos os seus membros constituintes. O novo sistema de relações entre as pessoas, nomeadamente as relações comunistas, completará o processo de generalização do trabalho e dos meios de produção, eliminará a alienação das massas de produtores dos meios de produção e dos resultados do trabalho, transferirá todas as questões de desenvolvimento para a resolução universal - estabelecerá a regulação social tanto da esfera do trabalho como da esfera do consumo, criará condições para o trabalho livre e interessado das massas de produtores "de acordo com as suas capacidades", o que, no final, conduzirá à realização do princípio de fornecer a cada membro da sociedade "de acordo com as suas necessidades". Este sistema eliminará definitivamente a exploração do homem pelo homem e a desigualdade social entre as pessoas.

Este sistema criará também condições para a subsequente melhoria, já não antagónica, das relações entre as pessoas no processo de as pôr em conformidade com o desenvolvimento contínuo e permanente das forças produtivas, reduzindo o problema das relações a um simples confronto entre rigidez e inovação.

Sem dúvida, a transição para um novo sistema social não se fará por um salto virtual e não se realizará por um ato político único. Exigirá uma espécie de período intermédio temporário, durante o qual as transformações necessárias serão efectuadas de forma gradual e consistente. Um período não de espera pelo maná do céu, mas de luta e trabalho. Na ciência marxista é definido como socialista, como uma fase de transformação qualitativa das anteriores relações capitalistas em relações comunistas. É a partir desta conclusão que se constrói a produção e, na realidade, todas as actividades económicas do sistema social socialista. De uma forma generalizada, a sua qualidade essencialmente determinante é a gestão pública baseada na propriedade pública dos meios de produção, que une o trabalho e a propriedade, o produtor e o consumidor, o trabalhador e o resultado do seu trabalho, e torna todo o processo de desenvolvimento da sociedade dependente das necessidades e interesses do povo.

Ao mesmo tempo, deve notar-se que todas as transformações nesta fase já não são realizadas de forma espontânea ou evolutiva, mas sim de forma consciente, ativa e intencional. Uma vez que aqui foram criadas condições sociais fundamentalmente novas - o poder político está nas mãos dos trabalhadores e os instrumentos de produção estão à disposição e sob o controlo da sociedade - existe uma oportunidade prática para a ampla aplicação das propriedades e qualidades inerentes ao novo sistema. Em particular, a possibilidade de desenvolvimento planeado, a gestão centralizada do trabalho, a distribuição, a educação cultural e moral, etc. Por conseguinte, esta posição permite-nos reconhecer o socialismo não apenas como uma determinada fase do desenvolvimento da sociedade, mas como uma forma de estabelecer novas relações sociais, como um instrumento de todas as transformações em curso. Aparentemente, esta abordagem do socialismo não só permite uma compreensão mais exacta do mesmo, como também tem um importante valor aplicado. Esta disposição reflecte-se na formulação de Estaline da lei económica básica do socialismo: "...garantir a máxima satisfação das necessidades materiais e culturais sempre crescentes de toda a sociedade através do crescimento e aperfeiçoamento contínuos da produção socialista com base em tecnologia superior". (I. Estaline, "Problemas Económicos do Socialismo na URSS").

O período soviético-socialista na URSS deixou uma marca tão significativa na história da humanidade que as interpretações económicas, políticas e sociais disponíveis se tornam demasiado restritas para a sua explicação e compreensão. O facto é que a maioria absoluta das interpretações reflecte processos puramente técnicos do seu aparecimento, o seu curto período de existência e a sua derrota ainda não claramente explicada. Isto é claramente insuficiente para uma representação científica marxista profunda e completa de um fenómeno tão global. São necessárias categorias de escala muito maior. Pensa-se que seria absolutamente objetivo e justificado reconhecer o seu estado de vida como uma categoria de civilização independente e separada;

A ciência moderna apresenta o conceito de civilização como uma unidade do processo histórico e a totalidade das realizações materiais, técnicas e espirituais de uma determinada sociedade no decurso deste processo. Ou seja, como uma determinada etapa do processo histórico associada à conquista de um determinado nível de socialidade por uma determinada sociedade, mesmo que separadamente local. Por outras palavras, a civilização é uma forma de sociedade social como um sistema integral de complexos de vida económica, política, social, cultural, moral e espiritual e que se desenvolve de acordo com as leis das relações sociais nela existentes. Caracteriza-se pelo nível de desenvolvimento social alcançado por uma determinada formação socioeconómica. Assim, os sinais de civilização incluem o desenvolvimento da produção, da agricultura, do artesanato, da divisão de classes, a presença do Estado, das cidades, do comércio, de vários tipos de propriedade, do dinheiro, bem como o nível científico e técnico, a construção fundamental, a cultura suficientemente desenvolvida, a educação, a escrita da população. A partir destas posições, consideremos o sistema, o modo de funcionamento sócio-social e os resultados quantitativos e qualitativos que foram criados e têm sido criados sob a influência da ordem de vida soviético-socialista durante 70 anos, o que nos permite falar deles não como alguns fenómenos aleatórios separados, espontâneos e caóticos, mas como um sistema eficaz e completo de relações entre as pessoas, as suas condições de vida. Isto é, de facto, como uma civilização independente, integral e distinta.

Em primeiro lugar, sublinhemos mais uma vez a sua principal qualidade determinante - a possibilidade de controlo ativo sobre todas as esferas do desenvolvimento social, ou seja, que nas condições do socialismo soviético todo o funcionamento e desenvolvimento da sociedade está nas mãos dos seres humanos e, portanto, desenvolve-se sob o seu controlo ativo e de acordo com os seus interesses. É isto que faz do socialismo e da civilização que ele cria uma civilização de nível mais elevado do que a civilização burguesa, mais avançada e progressiva. O que é essencialmente importante aqui é que, apesar do seu objetivo transitório, ele se torna o passo criativo mais importante que conduz a humanidade ao mais alto grau da sua civilização - a comunista.

A experiência da construção socialista na URSS permite dar conteúdo concreto aos pressupostos teóricos, hipóteses, conclusões, elaborações e propostas existentes dos clássicos do marxismo. A experiência adquirida racionaliza, clarifica e desenvolve a compreensão e as ideias sobre o socialismo como um período civilizacional de transição para uma organização fundamentalmente nova das relações sociais.

Para confirmar os juízos expressos, consideremos as conquistas e realizações realmente conseguidas do período soviético-socialista, ou seja, da civilização soviético-socialista, por esferas e elementos determinantes da vida social.

1. A produção industrial.

A ciência marxista determina que a indústria em grande escala e a consequente possibilidade de expansão infinita da produção tornam possível a criação de uma ordem social em que todas as coisas necessárias à vida são produzidas em tal abundância que cada membro da sociedade é livre de desenvolver e aplicar os seus poderes e capacidades. É a partir desta conclusão que se constrói a produção e, de facto, toda a atividade económica da civilização socialista. A realização prática de tal tarefa na civilização socialista é levada a cabo à custa da generalização completa da produção e do trabalho, da sua centralização, do aumento da potência produtiva com base na produção em grande escala e na mais recente base técnica, da gestão económica racional, científica e planificada e do trabalho livre. Assim se criam as forças produtivas que permitirão assegurar materialmente a realização do princípio da distribuição "segundo as necessidades".

Está cientificamente determinado que a sociedade não se pode desenvolver sem acumulação, e a acumulação é impossível sem reprodução alargada. Por sua vez, a reprodução alargada é impossível sem o aumento da produção dos meios de produção. Por conseguinte, a URSS definiu um rumo para a industrialização mais rápida possível do país, como base do seu poder, e o crescimento predominante da produção de meios de produção. Ao mesmo tempo, a tarefa foi definida não apenas para fornecer equipamentos para todos os ramos da economia nacional, mas também para equipar a economia rural com tecnologia avançada em grande escala. Como resultado, só durante os primeiros anos da civilização socialista, foram melhoradas velhas e novas indústrias e criadas novas indústrias numa escala e numa dimensão que não se comparam com a escala e a dimensão da indústria europeia. Assim, a URSS transformou-se de um país agrário atrasado numa potência industrial moderna. Em 1953, os fundos de produção da sua indústria aumentaram 22 vezes em relação a 1913, e a produção bruta (em preços comparáveis) - 30 vezes.

Este ritmo de desenvolvimento é largamente determinado pelo facto de a propriedade mais importante e primária da civilidade socialista ser o facto de não ser uma fase passiva e espontaneamente evolutiva na vida da humanidade, mas um modo de criação consciente e ativa da existência do homem. As condições do socialismo - económicas, políticas, culturais - dão ao homem a oportunidade de invadir e controlar consciente e ativamente todos os aspectos da sua própria vida, sem exceção. Além disso, o socialismo necessita objetivamente dessa gestão e é simplesmente inconcebível sem ela. Isto faz da civilização socialista uma civilização do mais alto tipo. Porque ela não segue algumas necessidades e acontecimentos espontâneos, mas constrói a sua existência de forma inteligente, intencional e ativa. A eletrificação socialista, a industrialização, a coletivização e a revolução cultural, apesar da feroz oposição das forças hostis, arrancaram o país a séculos de atraso, transformaram-no de um colosso subdesenvolvido e ignorante numa poderosa superpotência. É caraterístico o facto de todos os países, mesmo aqueles que tinham implementado temporariamente transformações socialistas, terem sido significativamente elevados no seu desenvolvimento.

A caraterística essencial da civilização socialista é o seu coletivismo. Ao contrário da sociedade capitalista, que baseia as relações entre as pessoas em princípios individualistas, a sociedade socialista representa a sociedade como um único organismo integral, unindo as massas de pessoas e juntando os seus esforços numa atividade conjunta. A própria possibilidade de um tal estado é inacessível à sociedade burguesa, imbuída da hostilidade do confronto individualista militante, e por isso parece-lhe mesmo absurda e selvagem. No entanto, os verdadeiros criadores da história da humanidade não são os solitários elitistas individuais, mas as massas populares unidas, e o sucesso de qualquer esforço individual e do desenvolvimento social como um todo depende da medida em que estão unidos e unidos nas suas aspirações. É esta qualidade que tem determinado decisivamente o ritmo e a escala da capacidade produtiva do país.

Uma qualidade progressiva indiscutível da civilização socialista é a possibilidade de uma gestão económica planificada, a capacidade de organizar racionalmente a produção, o trabalho, o consumo e os custos. O planeamento cientificamente fundamentado é o meio mais poderoso, na verdade o mais elevado, de aumentar a produtividade do trabalho social. A atividade universal de acordo com o Plano unificado é o que proporciona vantagens decisivas da economia do mais alto tipo e leva a produtividade social ao mais alto nível possível. O Plano é a regulamentação científica abrangente e orientada da vida económica da sociedade, baseada no estudo das necessidades dos membros da sociedade, na organização da produção dos produtos procurados e na sua distribuição adequada. A capacidade da sociedade socialista de realizar um desenvolvimento sistemático está diretamente relacionada com a necessidade de realizar uma gestão centralizada. O planeamento e a centralização da gestão são duas faces de um único processo integral de desenvolvimento de um tipo superior de civilização.

Devido ao crescimento e melhoria contínuos da produção com base em tecnologia superior, cria-se a possibilidade, e nas condições das novas relações sociais existentes, pode ser e é praticamente realizada, a redução consistente do tempo de trabalho, o que permitirá aos membros da sociedade, simultaneamente com o crescimento do bem-estar material, obter mais tempo livre para dominar o conhecimento e a cultura, para desenvolver, melhorar e utilizar as suas capacidades. Em última análise, o bem-estar da sociedade é determinado pelo tempo livre dos seus membros.

A condição mais importante que contribui para o desenvolvimento efetivo da produção na civilização socialista é a manifestação e a realização do potencial criativo de milhões de pessoas. A coisa mais importante é a eliminação da exploração. Então as pessoas não trabalham para o enriquecimento dos capitalistas, mas para si próprias, para os seus camaradas, para a sua classe, para a sua sociedade. Portanto, o trabalho na civilização socialista adquire significado social, torna-se uma questão de honra e glória, e o trabalhador é elevado à honra. Naturalmente, neste caso, ele trabalha com toda a dedicação. Em última análise, é esta atitude perante o trabalho que educa o homem do futuro. O seu trabalho será trabalho livre em benefício da sociedade, trabalho não para cumprir um dever, não para obter o direito a certos produtos, mas trabalho voluntário, trabalho fora da norma, trabalho dado sem expetativa de remuneração, sem condição de remuneração, trabalho por hábito de trabalhar para o bem comum e por atitude consciente da necessidade de trabalho para o bem comum, trabalho como necessidade de um organismo saudável.

Em consequência, através da generalização completa do trabalho e da sua centralização, do aumento da potência produtiva com base na produção em grande escala e na base técnica mais recente, da gestão racional sistemática e científica e do trabalho libertado, criam-se na civilização socialista forças produtivas que permitirão assegurar materialmente a realização do princípio da distribuição "segundo as necessidades".

2. Agricultura.

Reconstrução da agricultura. O facto é que, devido ao forte crescimento da produção industrial, a procura de produtos alimentares e de matérias-primas está a aumentar acentuadamente. No entanto, a agricultura, que permanece com ferramentas antigas e métodos de trabalho antigos, bem como dispersa em pequenas explorações agrícolas, não consegue satisfazer esta procura. Por conseguinte, é necessário ajustar a agricultura ao ritmo do desenvolvimento industrial. Isto só pode ser feito através da reestruturação da produção agrícola com base nas novas tecnologias e no trabalho coletivo. Uma vez que só a produção em grande escala de tipo social é capaz de utilizar plenamente os dados da ciência e da tecnologia moderna, é capaz de fazer avançar todo o desenvolvimento da agricultura, é necessário unir as explorações fragmentadas em grandes explorações, a fim de efetuar o seu reequipamento completo.

Por sua vez, a implementação do reequipamento técnico e o fornecimento de maquinaria à aldeia só é possível com base numa indústria desenvolvida, que é a principal fonte de nutrição para a produção agrícola. Ou seja, é necessário construir fábricas de tractores, fábricas de máquinas agrícolas, desenvolver a metalurgia, a produção química, a construção de máquinas, etc. Assim, o ritmo acelerado do desenvolvimento industrial é a chave para a reconstrução da agricultura com base no coletivismo.

Esta lógica foi a base de toda a reorganização da produção agrícola na URSS. Manifestou-se, por um lado, no rápido desenvolvimento da indústria - em 1954, a agricultura da URSS tinha cerca de um milhão e meio de tractores, meio milhão de ceifeiras-debulhadoras, o mesmo número de camiões e muitas outras máquinas agrícolas, o que criou condições para o crescimento constante da produção agrícola.

Por outro lado, na coletivização e no desenvolvimento do sistema de estações de máquinas e tractores, que permitiram dotar a produção agrícola da base técnica da produção de máquinas em grande escala e o campesinato do domínio de novas máquinas e da coletivização do trabalho. É especialmente importante a experiência das estações de máquinas e tractores (EMP), que revelou não só uma forma de organizar a assistência do Estado ao campesinato, mas também definiu uma das formas de ligação entre a propriedade do Estado e a propriedade colectiva e cooperativa. Ou seja, através das EMP foram criadas as condições para o desenvolvimento da produção agrícola numa base industrial-estatal.

3. Organização do Estado.

"O proletariado precisa do poder do Estado, de uma organização centralizada da força, de uma organização da violência, tanto para esmagar a resistência dos exploradores como para dirigir a grande massa da população, o campesinato, a pequena burguesia, os semi-proletários no 'ajustamento' da economia socialista." (V. Lenine, "Estado e Revolução").

A prática da construção socialista na URSS confirmou a validade desta posição geral leninista. Determinou também os princípios sobre os quais o poder da classe operária deve ser construído na fase da civilização socialista. Em primeiro lugar, a preservação do seu papel de liderança em todo o caminho da transformação socialista. Qualquer renúncia às posições de classe e a transição para algumas posições impessoais nacionais ou similares conduz inevitavelmente à derrota do socialismo e à restauração do poder da burguesia.

Em segundo lugar, a organização do poder deve ser um poder de massas abrangente, que cubra todos os estratos da sociedade (nenhuma das concepções burguesas de poder decorre da necessidade de envolver nele toda a massa da sociedade).

Em terceiro lugar, todos os órgãos de poder devem ser organizações diretas das próprias massas. Devem ser construídos não de cima para baixo, como prevê a conceção parlamentar burguesa, mas de baixo para cima. Desde os colectivos de produção do trabalho, como células primárias e fundamentais do poder, até aos órgãos supremos do poder, formados na sua base e com a sua participação direta.

Em quarto lugar, a organização do poder deve ser unificada legislativo-executiva. "...Os parlamentares devem eles próprios trabalhar, eles próprios executar as suas leis, eles próprios verificar o que acontece na vida, eles próprios responder diretamente aos seus constituintes." (V. Lenine).

Em quinto lugar, deve ser garantida a abertura, a publicidade e a acessibilidade da informação sobre as actividades das autoridades. Nada de intrigas de bastidores, conspirações, jogos. Os órgãos que exercem o poder do povo, que trabalham para as massas, não podem ter segredos para elas;

Só através da aplicação destes princípios fundamentais na vida é que a democracia será adaptada à realização dos interesses da maioria trabalhadora e se tornará completa, desenvolvida, justa e adquirirá o seu verdadeiro significado - como poder do povo. O objetivo final da transição da democracia proletária para a não-democracia, ou seja, a destruição de toda a democracia em geral.

Ao mesmo tempo, os trabalhadores não precisam apenas de um Estado como outra forma de governo, mas de um Estado tão organizado que comece imediatamente a morrer e não possa deixar de morrer. Porque se eles tomarem o poder do Estado e transformarem os meios de produção em propriedade estatal (pública), então, nas palavras de Engels, ao fazê-lo destroem-se a si próprios como proletariado, ao fazê-lo destroem todas as distinções e contradições de classe, e ao mesmo tempo o Estado como Estado. A realização da extinção do Estado é também uma caraterística essencial do período socialista e uma das tarefas que definem a sociedade da civilização socialista. O Estado torna-se obsoleto, mas não é anulado, antes se extingue, sendo gradual e sistematicamente substituído pela gestão das coisas e dos processos.

O sistema capaz de realizar todas as condições acima referidas foi o sistema de Sovietes. Não foi inventado por alguém, mas nasceu da prática da revolução. O povo trabalhador, tendo-se apercebido da inutilidade e da inaceitabilidade da democracia burguesa para si próprio, encontrou e criou precisamente órgãos de poder que se tornaram capazes de realizar os seus benefícios e os seus interesses. Retirando do antigo sistema certos elementos do sistema avançado - representação, eletividade - criou a sua própria organização, fundamentalmente nova, de todo o sistema de poder - o poder soviético.

A lealdade constante e inabalável dos trabalhadores aos Sovietes não é acidental. Justifica-se pela correspondência objetiva dos Sovietes, como forma de exercício e organização do poder, às tarefas e possibilidades de alcançar o objetivo final de construir uma sociedade comunista. São os Sovietes que correspondem aos requisitos essenciais para a organização do poder dos trabalhadores, proporcionando a participação direta e maciça do povo trabalhador na gestão da vida da sociedade. Trazem consigo a democracia da maioria trabalhadora, substituindo com ela a democracia da minoria exploradora.

A base do sistema soviético de organização do poder e da civilização socialista como um todo, as suas células de apoio e alicerces, são os Sovietes de colectivos de trabalhadores, dos quais deriva diretamente toda a construção subsequente da pirâmide da administração do Estado. Construído desta forma e sobre esta base, o sistema de Sovietes objetivamente, em virtude da própria natureza da sua formação e existência, assegura: o envolvimento maciço e abrangente dos trabalhadores na gestão do Estado; a participação direta e ativa das massas populares não só nas eleições, mas também na gestão quotidiana; a expressão mais exacta dos interesses das massas trabalhadoras; a abertura, a publicidade e a acessibilidade da informação nas actividades das estruturas estatais; a unificação de todas as classes trabalhadoras e estratos da sociedade numa atividade comum, na

Assim, o progressismo dos Sovietes, da forma soviética de organização do poder do Estado e da civilização socialista em geral consiste no facto de a sua base permanente e única ser toda a massa da população, que está diretamente envolvida na participação indispensável e decisiva na administração democrática do Estado.